
05 Abr Los jóvenes de la Región de Murcia son los que reciben más mensajes de odio y quienes más los comparten y amparan
Alrededor del 40% de jóvenes de entre 14 y 20 años reciben mensajes de odio con gran frecuencia y un 21% asegura haber sido víctima de un delito de odio. Los datos, que proceden de una encuesta a 5.837 estudiantes de 375 centros educativos españoles, han sido puestos de ejemplo de la preocupante normalización de discursos discriminatorios en el congreso ‘Acceso al mercado laboral de la mujer LTBI’ que se celebra entre ayer y hoy en la UPCT.
“El 21% de los encuestados reportó haber sido víctima de un delito de odio, pero sólo el 9% había denunciado”, ha explicado durante la ponencia ‘Entre la inclusión y el odio: La realidad de los jóvenes LTBI en España’ María Pina, presidenta de la Red Española contra los delitos de odio y su infradenuncia.
Pina es coautora del libro ‘Mapeando la intolerancia juvenil’, un estudio por comunidades autónomas que muestra que los jóvenes de la Región de Murcia son los que más reciben mensajes de odio y también quienes más los comparten en redes sociales y entre su entorno, así como quienes más consideran que estos discursos están amparados por la libertad de expresión.
“Las redes sociales son escenarios constantes de hostigamiento, pero también el entorno educativo, donde muchas jóvenes relatan haber recibido comentarios ofensivos o actitudes discriminatorias por parte de compañeros/as o incluso del profesorado”, explica la también coordinadora del proyecto ‘Rompiendo el silencio’ que lidera la ONG Columbares.
‘La homosexualidad es antinatural’ o ‘las mujeres que luchan por sus derechos están locas’ son algunos de los mensajes que muchos de los jóvenes encuestados, especialmente los varones, calificaron como poco o nada ofensivos, “lo cual indica un grado preocupante de naturalización de este tipo de afirmaciones”. El estudio también recoge cómo la frase ‘las lesbianas están así porque no han probado a un hombre de verdad’ fue pronunciada en un aula sin que el profesorado interviniera.
‘Cuando digo que algo me molesta, se ríen más. Así que ya no digo nada’, denuncia una participante en el estudio. “Uno de los hallazgos más preocupantes del estudio es la baja tasa de denuncia. Esta problemática se encuentra generalizada, debido a muchas casuísticas, siendo las más importantes el desconocimiento del proceso, la falta de confianza en las autoridades y la normalización de la violencia y la discriminación”, señala Pina.
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